15Hay tres maneras de juzgar la fuerte presencia de ETA en la producción audiovisual española de este año. En los últimos seis meses, tres plataformas han estrenado series sobre la banda terrorista, además del estreno –en algunas salas y festivales– del documental Bajo el silencio, de Iñaki Arteta. Inauguró Movistar con la notable La línea invisible, sobre los comienzos de ETA; siguió HBO con Patria, la adaptación del best seller de Fernando Aramburu, y, sin darle tiempo a concluir a la serie anterior, Amazon Prime estrena ahora El desafío: ETA. Digo que hay tres formas de calificar esta presencia: para algunos es una moda, para otros un exceso, para el resto, una necesidad. Soy del tercer grupo.
De hecho, y fijándome solo en las dos series más recientes, pienso que Patria y la serie de Amazon Prime no solo son necesarias, sino que ellas mismas se necesitan para entender la complejidad de este doloroso y largo tramo de la historia de España. Son dos productos absolutamente distintos, y como de Patria ya hablamos, nos centraremos en El desafío: ETA.
Estamos ante una miniserie documental de 8 capítulos que recorre, de manera cronológica, la evolución de ETA desde sus orígenes hasta su disolución. La base argumental del documental es el libro de los guardias civiles Manuel Sánchez Corbí y Manuela Simón Historia de un desafío: Cinco décadas de lucha sin cuartel de la Guardia Civil contra ETA.
Los dos autores han defendido en numerosos foros que la desaparición de ETA fue mucho más una operación policial que política, y la serie, de hecho, se centra más en la investigación policiaca y sus resultados que en los aspectos de la negociación de la banda con los diferentes gobiernos, aunque intervengan, como testigos excepcionales, los cuatro presidentes que tuvieron que vérselas con la banda: González, Aznar, Zapatero y Rajoy.
En primera persona
Uno de los aciertos de la serie es prescindir absolutamente de la voz en off para que sean los propios protagonistas los que cuenten la historia. En esa selección de protagonistas está parte de la fuerza del documental. Además de los citados presidentes, hay varios políticos de diferentes partidos, un grupo de guardias civiles y policías que intervinieron directamente en operaciones concretas, algunos militantes o partidarios de ETA que aportan su visión sobre el conflicto, periodistas que cubrieron la información sobre el terrorismo vasco y un buen número de víctimas de la banda.
Y son realmente las víctimas las protagonistas de la serie. El objetivo claro e indisimulado del documental es evitar que la disolución de ETA signifique también el olvido. Durante estos días, los medios han subrayado el desconocimiento que existe en una gran parte de los jóvenes españoles sobre ETA. La memoria histórica, la verdadera, la que se coloca a años luz del revanchismo sectario, es clave en la construcción o reconstrucción de un país. De esto saben mucho los alemanes empeñados en seguir recordando en libros y películas los desastres del nazismo para no volver a caer en tentaciones totalitarias.
El desafío: ETA se instala en esta línea. En la de la memoria, el recuerdo, en la escucha de las víctimas, en el relato frio y desnudo de los hechos. Y a eso le ayuda también el impresionante material documental, inédito en algunos casos, al que Hugo Stuven ha tenido acceso. Y ayuda también la cuidadísima factura audiovisual, con entrevistas grabadas en fondos minimalistas y desnudos que centran el interés en la palabra, el impecable ritmo narrativo y la atinada selección de las historias que se cuentan y que hace que cada capítulo resulte absorbente. Es una serie difícil de digerir, durísima en algunos momentos, pero que quedará como testimonio histórico.
Decía al principio de estas líneas que Patria y El desafío: ETA se necesitan. La primera habla del perdón, la segunda de la memoria. La Historia, para avanzar, necesita apoyarse en ambas cosas.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta