Director: Mark Dindal. Guión: David Reynolds. Dibujos animados. 87 min. Todos.
Después de trabajar 15 años en la Walt Disney, el animador Mark Dindal sorprendió gratamente en 1997, cuando dirigió para Warner Bros. la estupenda comedia musical Los gatos no bailan. Ahora ha llevado a buen puerto, de nuevo para la Disney, El emperador y sus locuras, una comedia disparatada y anacrónica, como Aladdin o Hércules, pero con un fondo mucho más positivo.
La acción transcurre en el antiguo imperio inca, deformado paródicamente al estilo del programa televisivo norteamericano Saturday Night Live. Allí, el egocéntrico emperador Kuzco sufre la traición de su consejera Yzma y del décimo amante de ésta, el rudo Kronk. Con su magia negra, Yzma transforma al emperador en llama, y lo envía a la selva. Allí Kuzco será ayudado por Pacha, un bondadoso campesino que vive con su mujer, embarazada, y dos hijos pequeños en una idílica aldea montañosa.
Dindal traduce el hilarante guión con una excelente animación, de ritmo agilísimo y gran capacidad expresiva, a pesar de que es más esquemática de lo habitual en movimientos y fondos. De hecho, la película ofrece un look y un tempo similares a los de los cartoons clásicos de Tex Avery y Chuck Jones para la Warner o la Metro.
En todo caso, su calidad técnica se enriquece con reflexiones sugestivas e inteligentes sobre la lucha entre el materialismo egoísta y la generosidad solidaria. En este sentido, se nota que el productor ejecutivo es Don Hahn, católico practicante y productor de los mejores títulos recientes de la Disney: ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, La Bella y la Bestia, El Rey León y El jorobado de Notre Dame. Su presencia explicaría la visión tan atractiva de la familia que ofrece el film, delimitada por el neofeminismo de Chicha, la bella y aguerrida esposa de Pacha, tan incorrecto que, cuando se enfada con su pacífico marido, exclama: «¡Me voy a lavar algo!».
Jerónimo José Martín