Los cuenta-cuentos saben que las historias existen en tantas versiones como narradores. Solo se les pide ser fieles a la idea original, en este caso, al divertido secundario que apareció hace pocos años junto a Shrek, un secundario que tenía tanta fuerza y personalidad que ha merecido una película para él solo, más o menos lo que hace casi tres siglos hizo Charles Perrault con él. Por cierto, a pesar de su tono desenfadado, tiene también, como corresponde a los cuentos clásicos, una moraleja acerca del valor de la amistad, del honor y de la honradez.
Como en anteriores ocasiones, porque el equipo de guionistas y el director trabajaron en aventuras de Shrek y en Hop, aparecen elementos de diversas historias populares; pero la línea argumental de El Gato con Botas es original, un desenfadado disparate hecho de acción y humor, y una buena dosis de ingenio. Está particularmente logrado el arranque y la caracterización de los protagonistas; el desarrollo es un enorme carrusel en el que suceden tantas cosas y se embrollan de tal manera que al final los realizadores tienen que dar las explicaciones a golpe de discursos y la historia pierde fuelle.
La realización es impecable y el 3D, aunque innecesario, embellece aún más una hermosa película que gustará a los más pequeños.