A fin de conseguir financiación para una investigación arqueológica, Alma, una madura y solitaria mujer, participa en un proyecto: debe valorar si los humanos pueden casarse con robots y, para ello, debe convivir con uno creado específicamente para ella, según sus intereses y necesidades.
Esta extraña película –mitad dramedia romántica, mitad ciencia ficción– funciona gracias a su premisa inicial, en cierto modo original, pero sobre todo gracias a su interesante desarrollo y a su capacidad de plantearse cuestiones profundas que nos interrogan no solo sobre el papel que pueden llegar a tener los robots en nuestras vidas, sino sobre qué significa ser humano y qué nos diferencia de las máquinas. Es sugerente la visión que plantea sobre las relaciones de pareja y la necesidad de aceptar una limitación y una vulnerabilidad que paradójicamente son una fuente de felicidad más honda que la ausencia de conflictos. Lo dicho: una película minoritaria pero oportuna.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta