Director y guionista: Neil Burger. Intérpretes: Edward Norton, Paul Giamatti, Jessica Biel, Rufus Sewell, Eddie Marsan. 100 min. Jóvenes-adultos. (X)
Un teatro en Viena a principios del siglo XX; en el escenario un hombre sentado en una silla; un gesto; el público grita «es ella»; el comisario de policía decide subir al escenario y arrestar al mago por atentar contra el orden público y contra el Imperio.
Tal es el trepidante inicio de la segunda película de Neil Burger, que dedicará una hora y media a explicar cómo se llegó a esa situación, jugando con los sentimientos de los protagonistas y con los del público: unos «flash back» primorosamente fotografiados trazarán la juventud de un pobre aprendiz de mago que se enamoró de una joven condesa y fue correspondido. Quince años después, el joven se ha convertido en Eisenheim, el mago que supera las fronteras del espacio y del tiempo; la condesa está prometida al heredero del Imperio.
Edward Norton domina la escena en todo momento, con su imponente presencia y un formidable lenguaje corporal. Frente a él, tres personajes: su amada Sophie, atada al cruel príncipe Leopold, y el inspector Uhl (excelente Paul Giamatti), a medio camino entre los contendientes: de origen humilde, como el mago, a quien admira, también es un ambicioso servidor del príncipe. Cada enfrentamiento aporta algo a la historia, el amor, el misterio, la traición…
También en la forma -gran trabajo de Dick Pope, director de fotografía- esta cinta es un hermoso cuento, un juego de espejos en el que nada es lo que parece; el objetivo consiste en engañar al público una y otra vez, y lograr que éste lo acepte de buen grado. Una película encantadora, a la que sobra una breve escena erótica y, tal vez, alguno de los giros finales del guión.
Fernando Gil-Delgado