Una joven judía, cantante de revista, se une a la resistencia holandesa que lucha contra la ocupación alemana en 1944, después de perder a su familia en dramáticas circunstancias. Su misión será infiltrarse en el cuartel general nazi, seduciendo a un oficial de las SS para obtener información y poder liberar a un grupo de combatientes que han sido capturados.
El director holandés Paul Verhoeven (Amsterdam, 1938) se ha basado en diversos hechos reales para urdir una historia muy prometedora en su planteamiento, que desgraciadamente se precipita al cabo de no demasiados minutos por un tobogán de una llamativa banalidad, tan frívolo que termina siendo insultante por la gravedad de los asuntos que aborda.
Verhoeven («Robocop», «Instinto básico», «Showgirls», «Starship Troopers»), después de muchos años en Hollywood, ha vuelto a su país con la declarada pretensión de hacer cine menos comercial. Quizás por eso es más llamativo que apele a un insistente reclamo al sexo, en plan escandaloso y provocador, al igual que en casi todas sus películas norteamericanas. Los 145 minutos son muy excesivos y hacen sospechar que los productores quieren matar dos pájaros de un tiro y vender el largometraje como miniserie. La pretensión de hacer pasar esta película como un intento medio serio de repasar la historia de Holanda en la Segunda Guerra Mundial es verdaderamente risible.
Alberto Fijo