Desde Estación de paso (1992), Gracia Querejeta ha dado un gran paso profesional, contando esta vez como ayudante de dirección con Pedro Lazaga. Rodada en Oxford, con actores ingleses, está inspirada en la novela Todas las almas de Javier Marías. Si el guión está bien recompuesto, no oculta la endeblez de la historia, que la calidad de los actores apenas consigue hacer creíble.
Rylands cuenta, a lo largo de toda una noche en la comisaría, cómo y por qué mató a su antiguo amante, el profesor Cromer (no hacía falta tanto tiempo). Hace diez años, la hermana de éste, Jill, se interpuso entre los dos amantes, y tuvo una hija de Rylands; éste se marchó de Oxford. A su vuelta, Jill le pide que vea a su hermano Cromer, a quien realmente Rylands ama. Cromer, enfermo de muerte, le pide que le mate y abrevie su tortura.
Detallar este retorcido melodrama lo retorcería más. Así que su elegancia narrativa, la buena fotografía y colorido, decorados y exteriores, el buen trabajo de los actores, algunos tramos brillantes quedan como algo secundario y accidental ante una sustancia casi inhumana de tan fría, distanciada y retórica, como los diálogos, brevísimos y elusivos. Quizá si hubiera sido concebido el conflicto sentimental a lo pasión gitana, hubiese adquirido todo fuerza y vigor…, y sangre. No sé.
Pedro Antonio Urbina