Antoni Benaiges nació en Montroig (Tarragona) en 1903. Con 31 años fue destinado como maestro a Bañuelos de Bureba, un pequeño pueblo de Burgos de apenas decenas de habitantes. Desde el principio, este profesor sorprendió a alumnos y familias con el sistema educativo Freinet, muy en boga en aquellos años, que consistía en clases muy prácticas y participativas, que partían de la filosofía krausista y marxista.
En el marco de idealismo y amplitud de miras que reinaba en esas clases, el profesor les prometió a los alumnos que, a final de curso, si las familias estaban de acuerdo, los llevaría ver el mar, que ninguno de ellos había visto todavía. Y entonces llegó 1936, y el comienzo de la Guerra Civil…
El protagonista de esta película es una de esas personas olvidadas en los libros de Historia y de los que el cine acierta en recuperar su memoria, en este caso a partir de una novela de Francesc Escribano. Enriq Auquer (La vida padre, La línea invisible, Quien a hierro mata) demuestra una vez más su variedad de registros, capaz de construir un personaje tierno pero con carácter, empático a la vez que exigente con los alumnos y sus familias. Por otro lado, la directora, Patricia Font, después de realizar una comedia romántica tan poco destacable como Gente que viene y bah (2019), sorprende con una planificación y un tempo muy acertado para la historia que quiere contar.
Desgraciadamente la película se divide en dos por el evidente desequilibrio en el desarrollo de los personajes de un bando y de otro. La relación del maestro con los alumnos tiene lírica, sencillez y verdad, algo que no sucede con los villanos de azul, que golpean blasfemando a cualquiera que no piense como ellos. En ese grupo también están el sacerdote del pueblo y algunas familias allegadas, que reaccionan en bloque, sin ningún atisbo de personalidad. Tampoco favorecen a la historia las idas y venidas en el tiempo, reiterativas y poco sustanciales en algunos momentos, que hacen que una actriz inmensa como Laia Costa no luzca todo lo que podría en su afán por recuperar los restos de su abuelo en unas fosas comunes. Y así la película termina perdiendo los matices que construyen los relatos que transmiten una veracidad histórica, la cual ayuda a cicatrizar las heridas del pasado.