El argumento en sí de esta producción de Amazon puede no ser especialmente original: ya fue desarrollado magistralmente por Harold Ramis en Atrapado en el tiempo (1993) y antes en Los héroes del tiempo (1981), de Terry Gilliam, así como más recientemente en Al filo del mañana (2014). Pero tanto Lev Grossman –que escribe el guion a partir de su propio relato breve homónimo, publicado en 2016– como el director Ian Samuels no solo no esconden ese parecido, sino que citan expresamente esos tres filmes con cierta ironía: si la “anomalía temporal” en la que se encuentran atrapados Mark y Margaret, dos jóvenes de 17 años en una ciudad innominada, pero que se supone relativamente pequeña, se repite cíclicamente… ¿por qué no habrían de repetirse las películas sobre el mismo tema?
El mapa de los instantes perfectos tampoco disimula su carácter de producción independiente, con la cámara centrada en el dúo protagonista, si bien muy bien apoyados por personajes secundarios que añaden matices de gran interés, y además, con una cuidada banda musical, que en gran parte puede calificarse de independiente –al margen del Estudio op. 25, núm.1, de Chopin–, con un título tan sugerente como If You Think This Is a Real Life, de Blossoms, o también 1992, de Bruises.
Grossman y Samuels apuestan sobre todo por una pareja de actores que congenian perfectamente, a pesar o precisamente por sus diferencias: al racionalismo de Margaret, que quiere ser ingeniera espacial en la NASA, Mark opone la poesía de buscar esas pequeñas cosas en el día a día, los instantes perfectos del título –divertidos los unos, emotivos los otros–, que ofrecen la clave para dar sentido al tiempo… y a la vida.
En este sentido, la película ofrece una interesante reflexión sobre el tiempo: “Todos los días perdemos tiempo, y en algún momento este se ha acabado; pero también lo ganamos: cada segundo, en momentos perfectos, uno tras otro, hasta que al final tienes toda una vida”. Con protagonistas que derrochan autenticidad, El mapa de los instantes perfectos recuerda a esas películas independientes como Lady Bird y –ahora que, sobre todo en las series de las plataformas online, abundan personajes diseñados fundamentalmente desde la ideología– presenta una pareja de adolescentes absolutamente normales y una familia sencillamente normal.