El mayor regalo

TÍTULO ORIGINAL El mayor regalo

PRODUCCIÓN España - 2018

DURACIÓN 90 min.

DIRECCIÓN

PÚBLICOJóvenes

ESTRENO09/11/2018

Aunque se estrenó con un drama independiente –El sudor de los ruiseñores–, la carrera de Juan Manuel Cotelo ha estado marcada por los documentales y, más concretamente, por el documental de tema religioso. Un producto nada fácil, por cierto. Es difícil rodarlo y producirlo y es aún más difícil conseguir exhibirlo en las salas de cine. Hasta ahora, y siguiendo diferentes técnicas de marketing, Cotelo ha logrado que sus películas se distribuyan creando canales de espectadores que apoyan la exhibición porque comparten los valores que el cineasta propone en sus películas. De esta forma, han llegado a las pantallas La última cima , Tierra de María, Footprints, el camino de tu vida y El mayor regalo.

En esta última película, Cotelo subraya sus principales logros y sus principales defectos. Empecemos por lo segundo. Como suele ser habitual, el cineasta mezcla los testimonios documentales con una ficción consistente en “meterse” en la película como director o cronista. En El mayor regalo, la ficción –el rodaje de una película del Oeste– es ridícula y casi sonrojante. La omnipresencia del director como hilo narrativo no funciona como parodia, que es lo mismo que decir que no funciona en absoluto. No es un defecto menor, porque la “broma” se estira y estamos hablando de casi un tercio de película prácticamente insufrible.

¿Y los otros dos tercios? Seis o siete historiones que podrían ser la base de seis o siete guiones de Oscar. Cotelo ha recorrido medio mundo para buscar historias de perdón y las ha encontrado. Víctimas del terrorismo, de la violencia, del odio o de la infidelidad que han conseguido romper un lazo casi imposible de rasgar y que viven ahora con el dolor de la pérdida o la herida, pero con la libertad del perdón. Cada uno de los testimonios es oro puro. Son relatos durísimos, y escuchándolos, uno entiende que hay mucho de sobrehumano en un acto de perdón tan radical. En este sentido, aunque hay entre los entrevistados personas de diferentes religiones, todos coinciden que, en casos tan extremos, sin una ayuda especial de Dios –sin un don de Dios– es imposible perdonar.

Al final, el mensaje es tan poderoso y tan necesario en una sociedad como la nuestra, absolutamente polarizada e instalada en el rencor, que uno se olvida del cartón piedra y el chiste tonto. Queda la verdad, que eso es, en realidad, lo que cuenta en un documental.

Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta

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