David, un escritor de ciencia ficción recientemente enviudado decide adoptar un niño. El pequeño de nueve años fue abandonado y ha desarrollado el patológico convencimiento de que es un extraterrestre al que tienen que venir a recoger.
El niño de Marte es un cuento bonito sin pretensiones. Es una historia de amor, de amor entre padres e hijos, de amor entre hermanos, de amor entre hombre y mujer, e incluso de amor a los animales; en la que se declara expresamente que los hombres están llenos de defectos, que el mundo puede estar hecho un asco, pero que la gente también es capaz de actos de entrega desinteresados.
La historia no tiene sorpresas. El adulto y el niño tienen que superar múltiples obstáculos hasta llegar a conocerse y quererse de verdad. El gran defecto es el empalagoso acopio de dulzura y buenas intenciones que llena la pantalla y en algunos momentos se hace insufrible.
John Cusack es un viudo encantador (también viudo en Grace is Gone, que se estrenará pronto y tiene mucho mejor nivel) y su hermana Joan es la perfecta hermana mayor, acertado contrapunto realista y un poco cínico de su marciana familia. Meyjes, realizador y guionista holandés de 54 años, tiene pendiente de estreno Manolete, un biopic sobre el torero español, protagonizado por Adrien Brody y Penélope Cruz.