Director: Erick Zonca. Guión: Erick Zonca y Virginie Wagon. Intérpretes: Nicolas Duvauchelle, Yann Tregouet, Jean-Jérôme Esposito, Martial Bezot, Joe Prestia. 63 min. Adultos.
Ese, un joven panadero, abandona su trabajo tras una violenta discusión con su jefe; poco después comete su primer robo y se traslada a Marsella. Allí conoce a una banda de pequeños delincuentes, agrupados en torno a un club de boxeo. Se une a la banda e intenta ser como ellos.
El segundo largometraje del joven cineasta francés Erick Zonca no llega a la altura de La vida soñada de los ángeles, pero es también una obra bastante interesante. Destaca la sobriedad de la puesta en escena, que elimina todo detalle que no está exigido por el guión. Por su parte, este se centra en la historia principal casi sin adorno alguno, lo que explica la corta duración -poco más de una hora- de la película.
Además, retrata, con crudeza pero lúcidamente, sin juicios ni concesiones, a una cierta juventud delincuente y violenta: marginales por elección, por comodidad, por ignorancia y también por soledad; el afán de formar parte de algo y de que un héroe admirado te palmee la espalda. Zonca muestra que hay trampas en esa historia y que el camino suele ser de una sola dirección.
El desenlace tiene un cierto aire de fábula, pero la moraleja de la historia tiene que sacarla cada espectador por su cuenta.
Fernando Gil-Delgado