Mirada nostálgica a la familia, a través de las evoluciones de los Duval, el matrimonio de Robert y Marie-Jeanne; los hijos Albert, Raphaël y Fleur, y el abuelo Pierre. Ello a lo largo de 12 años, pero fijando la atención en torno a 5 días decisivos para el clan.
Albert parece centrado como médico. Pero la profesión en su faceta más frívola -quitar arrugas, arreglar pechos…- le resulta insatisfactoria. Se casó tarde, y no por amor. Raphaël no se sitúa profesionalmente, y le ha marcado la fantasía de un flechazo instantáneo por una joven a la que nunca volvió a ver. Y Fleur, la pequeña, se hace eco de esa obsesión contemporánea de que ser virgen a determinada edad no resulta razonable, lo que le pasa factura, incluido un aborto. Robert y Marie-Jeanne, marido y mujer, se quieren. Pero les cuesta envejecer, y arrastran complejos.
La idea es subrayar que la familia es la institución a la que todos nos agarramos, donde nacen y se desarrollan los afectos y lazos más duraderos. Pero a la vez, el joven director y guionista Rémi Bezançon subraya que está en crisis, por la desorientación de tantas personas inmaduras, que padecen un “síndrome de Peter Pan” crónico. No falta amor en la relación padres-hijos, pero sobra superficialidad y se echa en falta la confianza, lo que se ve en la escena de la lectura del diario.
El cuadro sintomático se resume en la falta de valores que erosiona hoy a la familia. La puesta en escena de Bezançon es ágil, y le sirve para desplegar la catarata de sentimientos de sus personajes, bien encarnados por un atinado reparto.