El veterano –y octogenario– director italiano Marco Bellocchio afronta en esta película uno de los acontecimientos más polémicos de la época del Risorgimento italiano. Se conoce como el caso Mortara y enfrentó a la Iglesia católica con la comunidad judía. En el año 1858, Bolonia pertenecía aún a los Estados Pontificios, que desaparecerían doce años más tarde. Allí vive la familia judía de los Mortara. Cuando sale a la luz que una criada católica de los Mortara había bautizado en secreto al hijo pequeño, Edgardo, ante el temor a su muerte, el padre Feletti, dominico y miembro del Santo Oficio, saca al niño de su casa, contra la voluntad de sus padres, y le lleva a Roma para educarlo en la fe. Los Mortara denuncian a Feletti y el Papa Pío IX cierra filas a favor del dominico. Edgardo Mortara llegó a ser un gran sacerdote, dentro de la orden agustiniana.
Fuera del contexto de la época es imposible entender aquellos sucesos. La Iglesia estaba rodeada de aires revolucionarios, tanto socialistas como liberales; las tropas piamontesas estaban a punto de tomar Roma, y Pío IX sintió con fuerza la imperiosa necesidad de ser garante de la verdad y del dogma. Obviamente, hoy sería impensable que la Iglesia secuestrara a un niño para garantizar su educación, pero Bellocchio no hace ningún esfuerzo por crear un contexto de comprensión intelectual, y dibuja una caricatura patética de un papa que fue especialmente culto, el beato Pío IX. A pesar del sesgo ideológico evidente del film, Bellocchio narra con fuerza y nos pone delante un hecho histórico desconocido para la mayoría de los españoles. Obviamente, hace un retrato de la Iglesia muy del Antiguo Régimen, solo preocupada del cumplimiento meticuloso de las normas y preceptos. Una cinta ideal para cinefórum.