Un mes después de haber sufrido un accidente de coche, Ed lleva a su hija Joanna, de 11 años, a divertirse en una feria local. En lugar de pasar una gran tarde, el acoso de un desconocido está a punto de volver loca a la niña.
Años después vemos a Joanna convertida en una excelente vendedora, consiguiendo importantes contratos para su empresa, pero advertimos que su personalidad, inquieta y neurótica, quedó marcada por aquella noche de pesadilla. En concreto sigue oyendo la voz de aquel desconocido que la aterrorizó en la feria. Recientemente las voces y las pesadillas se van haciendo más intensas y recurrentes y Joanna decide volver a aquel pueblo, averiguar qué ocurrió exactamente aquella noche y enfrentarse valientemente al pasado.
El director británico Asif Kapadia, que se estrenó en la dirección hace un par de años con el excelente El guerrero, en esta ocasión prueba suerte en el género del terror estilo japonés y el resultado, sin ser un fracaso, decepciona. Por una parte, Kapadia da pruebas de originalidad y es capaz de saltarse las convenciones del género: evita el susto fácil y se dedica a exponer de forma «clara» la historia, cuidando que al final no queden cabos sueltos. Cuenta además con Sarah Michelle Gellar, artista favorita del cine de terror, frágil y audaz a la vez, a la que se le perdona que tome sistemáticamente la peor decisión; y cuenta también con el espléndido Sam Shepard (¿cómo le han convencido para participar en este proyecto?), para dar un toque de distinción a la película. Pero al guión le falta consistencia: el centro de la historia es un antiguo caso sin resolver, y al espectador le parece que el auténtico misterio es por qué la policía no loresolvió; y hay también una extraña historia de vivos y muertos que no termina de interesar a nadie.