Inglaterra, principios del siglo XIX. Emma es una mujer soltera que vive con su padre. No está interesada en el matrimonio, pero le encanta hacer de casamentera para los demás. Ella ya ha decidido quién es adecuado y quién no para su protegida Harriet. El único que critica los métodos de Emma es Mr. Knightley, su mejor amigo, un pudiente aristócrata. Pero la realidad, testaruda, parece ir en una dirección distinta a los planes de Emma.
Este es el argumento de la famosa novela romántica de Jane Austen, publicada en 1815. Una novela que ya conoció una adaptación hollywoodiense en 1996, protagonizada por Gwyneth Paltrow. Pero sus versiones más importantes han sido en el ámbito de las miniseries, como las dos de la BBC (1972 y 2009), y la que protagonizó Kate Beckinsale en 1999. En realidad, son muchas las adaptaciones audiovisuales de las obras de Jane Austen. La que hoy nos ocupa se encuentra, sin duda, entre las mejores.
La primera virtud de esta película es su respeto por el tono de la novela, sin ninguna concesión a efectismos comerciales o complacencias anacrónicas. Un tono claramente British y no hollywoodiense, lo cual se plasma fundamentalmente en su sentido del humor, discreto, sutil y sumamente inteligente. Pero la cinta también respeta el conjunto del relato y de los personajes, brillantemente construidos y caracterizados.
Otro elemento interesante es que gran parte del equipo es femenino, empezando por la guionista, Eleanor Catton, y la directora, la fotógrafa estadounidense Autumn de Wilde. De esa manera se custodia la perspectiva femenina de Austen en la película, sin caer en ideologías extemporáneas.
Pero es especialmente relevante el trabajo de Anya Taylor-Joy como trasunto de Emma. Se trata de una actriz de 24 años, conocida por su rostro singular, que a menudo la ha encasillado en cintas inquietantes, de terror o ciencia-ficción. Aquí demuestra que es apta para cualquier género, incluso para la comedia dramática de época, algo nada fácil de lograr. Es capaz de ser a la vez elegante y misteriosa, y de expresar sentimientos igual que de reprimirlos.
También brilla con luz propia el veterano actor Bill Nighy, que encarna al padre de Emma, y que nos brinda algunos de los momentos más grandes de humor inglés. Por último, destacamos la excelente ambientación de la diseñadora Kave Quinn, así como el vestuario de Alexandra Byrne y la fotografía de Christopher Blauvelt. Las canciones son fantásticas. Una versión inolvidable.