Cesc Gay (Barcelona, 1967) dirige su tercera película, que circula con parsimonia y escasa velocidad por el muy transitado carril de las historias cruzadas y corales de insatisfacción y deriva emocional en una gran ciudad. Sobre dos matrimonios de treintañeros (un controlador y una publicista, un arquitecto y una actriz) pivotan una fantasiosa empleada de librería (María Pujalte), un músico recién separado y liado con una menor (Alex Brendemühl) y una camarera (Leonor Watling).
El excelente trabajo de los actores y del equipo técnico no tapan los agujeros de un queso demasiado grande (110 minutos) para ser tan insípido. El guión carga la mano en unos conflictos de culebrón de sobremesa (lesbianismo, infidelidades, aborto, crisis de pareja, sexo con menores…), contados en unos insistentes planos-secuencia que se ambientan en localizaciones muy chic, muy de diseño, muy de plástico de la Barcelona moderna y plural, do you know? El riesgo de la pedantería sobrevuela de continuo y acogota al espectador, que contempla a los personajes con demasiada distancia, como a bichos de un zoo temático consagrado a la cosa de la frustración sentimental. Una película necesita más mimbres que un dramedy televisivo, especialmente en el dibujo y la evolución de los personajes. En este sentido, es una pena que Gay haya trabajado tanto con los actores para terminar haciendo una película episódica y artificiosa, con demasiados diálogos de anuncio de «Ikea redecora tu vida». La vivaracha Leonor Watling está luminosa en sus breves apariciones junto al empanado -y sin embargo, sugestivo- Eduard Fernández.
Alberto Fijo