Esencia de mujer

TÍTULO ORIGINAL Scent of a Woman

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: Martin Brest. Intérpretes: Al Pacino, Chris O’Donnell, James Rebhorn.

Martin Brest deja de momento el terreno de la comedia (Superdetective en Hollywood, Huida a medianoche) y se centra en un drama inspirado en Perfume de mujer, un film italiano de Dino Risi, protagonizado por Vittorio Gassman. La película de Brest ha obtenido tres Globos de Oro y es candidata a cuatro Oscars. Uno parece cantado: el de mejor actor para Al Pacino. Fiel discípulo de Lee Strasberg, Al Pacino se ha metido en la piel de un ciego, y con su mirada en el vacío, sus movimientos y sus reacciones, hace su personaje creíble. Sin quitar méritos al joven Chris O’Donnell, que le da la réplica muy bien.

Charlie Shimms (Chris O’Donnell), estudiante becario en una escuela de élite, encuentra un trabajo para el fin de semana de Acción de Gracias: hacer de lazarillo del coronel Frank Slade (Al Pacino). Éste es un hombre ciego, de fuerte personalidad, pero desencantado de la vida. Ha decidido pasar ese fin de semana en Nueva York, y prácticamente fuerza a Charlie a acompañarle. Su meta es disfrutar del lujo y de las mujeres…, para finalmente pegarse un tiro. Mientras Charlie acompaña al coronel, no puede quitarse de la cabeza cierto dilema moral que tiene planteado: ¿debe dar los nombres de unos compañeros que gastaron una broma pesada al director del colegio, para así no poner en peligro su futuro profesional? Frank es testigo de las cavilaciones del muchacho: en él se ve a sí mismo cuando tenía su edad.

Bo Goldman -ganador del Oscar por Alguien voló sobre el nido del cuco- ha escrito un guión muy sólido, con buenos diálogos y una perfecta descripción de la relación entre dos personas. El centro de la historia es Frank Slade. Su relación con el joven Charlie es la que va a cambiar su vida. Pero esto no sucede en un instante. Se produce una interacción entre los dos personajes, una comunicación de sentimientos.

Frank está amargado. Cree saber todo de la vida y de las personas. Utiliza un lenguaje hiriente. Le parece que lo único que vale la pena -su obsesión- son las mujeres, a las que cataloga por su perfume. De ellas y del placer que le pueden proporcionar habla con una enorme crudeza, desencantada e insistente. Charlie, en cambio, conserva la inocencia y los ideales. Tiene un sentido claro de la justicia. Y sabe valorar lo que hay de bueno en los demás. Pero esto se puede malograr: ayudarse mutuamente es lo que puede salvar a los dos.

La realización de Brest sirve eficazmente al guión de Goldman. A pesar de todo, algunas escenas se alargan excesivamente, lo que imprime lentitud al relato. La brillantez de algunos momentos destaca en el conjunto: quizá lo mejor es la escena del tango, en la que el ciego Al Pacino baila con una bella mujer. Espléndida es también la secuencia final en el tribunal disciplinario del colegio.

La película viene a decir que, después de todo, vale la pena vivir la vida. Aunque al principio haya que agarrarse a asideros tan endebles como saber bailar el tango. También hace hincapié en la necesidad de un rearme moral de la juventud norteamericana, sirviéndose del contraste entre Charlie y algunos de sus compañeros de instituto.

José María Aresté

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.