“Fauda” significa “caos” en árabe, una palabra que utiliza el servicio secreto judío para que los de su bando no les confundan con terroristas. Esta serie transmite esa sensación permanente de tensión e inseguridad en medio del conflicto que mantiene enfrentados en el mismo territorio el ejército israelí y el Mossad con Hamás, que bien pueden considerarse las élites, respectivamente, de las fuerzas militares, de los servicios secretos y del terrorismo en el mundo actual. Los creadores saben de lo que hablan; ambos hicieron el servicio militar obligatorio de casi tres años en la Unidad Duvdevan de las Fuerzas de Defensa de Israel. En esta ficción, hay un terrorista especialmente escurridizo apodado “El Pantera” que activa la insurrección árabe en el país y monopoliza la atención de los cuerpos de seguridad.
Netflix apenas tardó unos meses en comprar los derechos de la serie en 2016 y, ahora mismo, el estreno de esta cuarta temporada es lo más destacable de la plataforma. No es un caso aislado: la industria audiovisual israelí lleva décadas aportando argumentos y personajes sensacionales que no han tardado en ser versionados en Europa y Estados Unidos en series tan importantes como Homeland, Your Honor o En terapia.
Fauda tiene esa mezcla de autenticidad, tensión psicológica y trepidación que le da un guion cuidado al milímetro y exhaustivamente documentado. Los personajes de ambos bandos tienen la capacidad de marcar un registro personal, un recorrido dramático matizado que hace que cada pérdida en la serie duela, a pesar del número incontable de muertos de disparos con armas provistas de silenciador, lo que facilita la clandestinidad de las operaciones. La trama, lógicamente, es muy enrevesada, pero los guionistas consiguen clarificar los procesos de investigación. De esta manera, el espectador se implica especialmente en una historia que genera atracción e inquietud por personajes reales que se entregan heroicamente la vida por ideales de libertad y justicia que, en muchos casos, terminan por deshumanizarlos.
A nivel técnico, la planificación, edición y banda sonora de la serie es tan brillante y empática en las escenas de acción como en los diálogos que marcan el ritmo de la historia. Igualmente, las interpretaciones minimalistas adquieren una intensidad que imprime un necesario tono humanista a una trama que podría ser desesperanzada e insoportablemente cruel, si no fuese por el trabajo de un casting espléndido y veraz.
