Totalmente hermético, el narrador y sus imágenes adormecen al espectador con una sinfonía en tres movimientos, como la ha descrito el propio autor. El primero se llama Des choses comme ça (Cosas así), en el que muestra un crucero por el Mediterráneo, con numerosas conversaciones en diversos idiomas entre pasajeros. En el segundo, Notre Europe (Nuestra Europa), una niña y su hermano piden a sus padres que les expliquen qué son la libertad, la igualdad y la fraternidad. Finalmente, el segmento Nos humanités (Nuestras humanidades) visita seis lugares que tienen leyenda (a veces falsa).
Para quienes conocen cómo se las gasta Godard, no hace falta presentación. Basta decir que la primera media hora es bella y está montada con talento y pulcritud, que mezcla imágenes nuevas con otras de archivo, y que su idea central es sugerir más que contar. La segunda parte parece, y probablemente lo sea, una improvisación en un garaje, donde las imágenes se repiten tediosamente; no se ve ni qué quiere decir ni adónde va el director. Los que venzan la tentación de huir de la sala descubrirán que la tercera parte vuelve a ser sugerente y aborda temas de actualidad, como el conflicto palestino.
No es el mejor Goddard, pero es representativo del arte de este cineasta. Sólo para iniciados.