Mark Fergus debuta con esta película de suspense en torno a un hombre que quiere conocer su destino. El actor Guy Pearce encarna a Jimmy Starks, un vendedor que aspira a triunfar con un proyecto empresarial de gramolas antiguas. Tras citarse con un cliente, Jimmy sufre una avería en su coche y debe permanecer varias horas en un villorrio desértico de Nuevo México. Para matar el rato se acerca a un vidente, quien por 10 dólares le predice su futuro. Jimmy empieza a inquietarse cuando ve que se van cumpliendo las profecías. Su inquietud está justificada: el adivino le anunció que morirá al caer las primeras nieves de la temporada.
La película está muy bien hecha, eficazmente interpretada, y mantiene un buen ritmo de suspense, subrayado por una estupenda banda sonora. Sin embargo, su planteamiento global exige demasiada fe al espectador: “no somos libres y hagas lo que hagas tu destino está decidido”. No por azar en First Snow siempre se habla de los dioses, y no de Dios, volviendo al modelo pagano griego en el que los dioses parecen jugar con los seres humanos. Este shakespeariano duelo entre destino y libertad está tajantemente dibujado en el film a favor del destino, lo cual perjudica irremediablemente la entidad dramática de los personajes.