Un joven y ambicioso fiscal se prepara para ingresar en un gran bufete y dejar su trabajo en el servicio público, con frecuencia ingrato y mal retribuido. Antes de marcharse, su jefe le pide que se ocupe de un último caso, que a primera vista no presenta dificultad alguna. Se trata de un parricidio, cometido por un ingeniero aeronáutico que ha asesinado a su mujer, aparentemente porque le engañaba.
La cinta, como suele ocurrir en muchas películas recientes, es artificiosa y alambicada, con un desenlace cogido por los pelos y encajado a martillazos. Los dos actores protagonistas son muy solventes, aunque Hopkins se repite en su papel de cínico sin escrúpulos. En cambio, Gosling logra una interpretación bastante fresca.