Procedente del videoclip y de la publicidad, se estrena en el largometraje este director británico de 40 años. Lo hace con una cinta retrofuturista que cuenta la historia de tres individuos torturados en un Londres actual, y la vincula con las peripecias de un Enmascarado que persigue a un enigmático personaje llamado “el individuo”. La segunda trama tiene lugar en un Londres del futuro con aire victoriano en el que el ateísmo está prohibido y unos Clérigos se encargan de velar por el obligado sentido religioso de la población.
Farragosa, errática y dispersa, la película de este discípulo de Cronenberg apela descaradamente, en fondo y forma, a la obra gráfica de Alan Moore (V de Vendetta, Watchmen, From Hell). El resultado es mediocre porque el director no tiene claro lo que quiere contar.