Tras los recientes viajes fílmicos a diversos universos virtuales, el texano Gregory Hoblit (Las dos caras de la verdad, Fallen) retorna en Frequency a las clásicas interferencias en el tiempo, ya afrontadas en numerosas películas. Esta vez, el guionista Toby Emmerich recurre a singulares hipótesis científicas, como la teoría de las cadenas, el superespacio cuántico, los agujeros de gusano o los universos paralelos. A partir de ellas, permite que un padre y su hijo -aquél bombero, éste policía- contacten a través de un aparato de radioaficionado desde dos tiempos distintos, espaciados 20 años. Esto lleva al policía a intentar salvar a su padre del incendio que acabó con su vida en 1969, y a investigar de paso una serie de asesinatos de aquella época, similares a otros que acontecen en la actualidad. Pero estos cambios en el pasado provocan consecuencias insospechadas en el presente.
A pesar de que es liviano, el guión cae a veces en un cientifismo algo cargante, pues se toma tan en serio su punto de partida que trivializa los problemas morales que plantearía la posibilidad real de trastocar el pasado. De todos modos, si no se da demasiada importancia a este recurso narrativo, la trama resulta original y entretenida, y ofrece una amable visión de la familia y de las relaciones padres-hijos. Además, Hoblit la traduce con notable personalidad visual, y todos los actores la encarnan con convicción, especialmente Dennis Quaid, que recupera parte de su carisma perdido.