Tras Un corazón invencible, el inglés Michael Winterbottom (Código 46, In this World) afronta de nuevo el sufrimiento en el ámbito familiar. Esta vez narra el drama de un profesor de Chicago al que se le hunde el mundo cuando fallece su esposa en un accidente de coche. Para salir de su postración, el hombre deja a un lado su carrera académica y se instala con sus dos hijas —una adolescente y una niña— en la ciudad italiana de Génova. Pero allí retorna la tragedia cuando la hija pequeña comienza a decir que se le aparece su madre muerta.
Irregular y provocador, Michael Winterbottom muestra su mejor cara en este afilado melodrama, con el que ganó la Concha de Plata al Mejor Director en el Festival de San Sebastián 2008. En él, recurre a su nervioso estilo habitual —casi documental y cámara en mano— para introducir inquietud y desasosiego en una sencilla historia intimista, cercana en sus planteamientos de fondo a la magistral Ponette (1996), de Jacques Doilllon, y a la notable La vida sin Grace (2007), de James C. Strouse. Para ello, se confía plenamente a unos actores excelentes, liderados por Colin Firth, que realiza una de las interpretaciones más matizadas de su carrera.
De este modo, Winterbotton logra una emocionante exaltación del cariño familiar, sólo estridente en un par de golpes de crudeza excesiva. Además, aunque su hiperrealismo visual es muy cercano al espectador, está impregnado de una misteriosa y sugerente profundidad al afrontar la trascendencia del ser humano, el sentido de culpa, la actitud cristiana ante el sufrimiento y la vida después de la muerte.