Director: Eric Styles. Guión: Paul Rattigan y Michael Walker. Intérpretes: Julie Andrews, Edward Atterton, Stephen Fry, William Baldwin, Jeanne Tripplehorn, Colin Firth. 87 min. Jóvenes.
En 1954, la bella actriz Miranda Frayle rompe con Don Lucas -su pareja habitual de pantalla y su prometido en la vida real- y se dispone a contraer matrimonio con Nigel, conde de Marshwood. Mientras Miranda ansía convertirse en condesa, la nobleza británica hace causa con Felicity, madre de Nigel, para impedir ese enlace. Don Lucas se consume de celos, y marcha a Inglaterra en un desesperado intento de recuperar a su prometida. En la mansión de los Marshwood todos, la servidumbre también, esperan con impaciencia la llegada de los famosos.
Noel Coward (1899-1973), autor de la obra teatral en que se basa la película, renovó el teatro y el musical británicos. A pesar de los años transcurridos, sus trabajos han envejecido bien, pues en Gan Bretaña todavía existen las clases sociales, aunque con distancias más sutiles, y los estereotipos nacionales siguen haciendo reír. Por eso, Gente con clase resulta una película deliciosa, que confirma que los británicos son únicos haciendo comedia británica. Su objetivo es reírse un rato recordando lo que fueron y en parte son, y repitiendo que Estados Unidos y Gran Bretaña (Europa por extensión) son muy parecidos, pero no idénticos; y que, puestos a parecerse cada vez más, tal vez la cultura europea tenga algo que ofrecer.
La obra es deliberadamente teatral e histriónica, lo que le viene bien. Los actores británicos están magníficos, y hacen de sí mismos sin problemas. Jeanne Tripplehorn da el tipo de starlette ligeramente rolliza de los años 50, pero quizá se toma su papel demasiado en serio. Por su parte, Julie Andrews, tras su prolongada ausencia, está sencillamente genial, y domina como una reina todo el reparto.
Queda así una comedia sin pretensiones, pero con mucha clase, capaz de devolver al espectador el entusiasmo por el género.
Fernando Gil-Delgado