Agathe es una escritora feminista que comienza su carrera política. Con motivo de la reciente muerte de su madre, viaja a su pueblo natal para estar con su hermana. Un inesperado proyecto artístico descubrirá muchas cosas sobre los personajes.
Jaoui y su marido Jean-Pierre Bacri son una de las parejas de oro del cine francés: buenos actores y guionistas. Desde hace diez años, Jaoui también dirige, contando en su haber con dos películas de muy buen nivel, Para todos los gustos y Como una imagen. Su tercer largometraje tiene todos los elementos de su estilo, humor y sentido moral en línea con el cine del primer Rohmer. Se trata de una obra encantadora, pero mucho más ligera que las dos anteriores.
Jaoui, Bacri y Debbouze son un trío antológico, capaz para el drama y la comedia. La realización, como de costumbre, utiliza numerosos planos secuencia que destacan al conjunto de los actores y dejan cancha a una cierta improvisación.
La ingeniosa trama de la película permite que se aborden temas como el victimismo por razones de raza, la injusticia en las relaciones sociales, el feminismo, las miserias de la política, las relaciones familiares y un largo etcétera, que incluye la fe y la fidelidad conyugal. Un repaso de asuntos cotidianos del mundo (occidental) que no pretende llegar a ningún puerto y eso es lo que puede decepcionar a todos los que apreciaron las películas anteriores de Jaoui.
Los que vayan al cine de nuevas descubrirán una comedia ligera, inteligente, que pone el dedo -con suavidad- en algunas llagas comunes del primer mundo. La cinta sonríe con ironía, como si dijera: “que cada uno saque sus propias consecuencias”. Un poco como la canción de Georges Brassens, de la que viene el título (“Parlez-moi de la pluie et non pas du beau temps…”), un poco triste, un poco nostálgica y siempre cariñosa.