Tras debutar como director en 2002 con la demencial comedia macabra Very Bad Things, el actor Peter Berg consolidó su carrera tras la cámara con la comedia de aventuras El tesoro del Amazonas, el drama deportivo Friday Night Lights y la película bélica de acción La sombra del reino. Ahora se ha ganado al gran público con Hancock, una comedia de acción, que desarrolla con gracia situaciones sugerentes ya esbozadas en El protegido -en lo referente a la vocación heroica de los superhéroes- y en Los Increíbles, sobre todo cuando se plantean las dificultades de integración de los seres con superpoderes entre la gente normal.
Aquí, el superhéroe protagonista, Hancock, es cuestionado por casi todos. Solitario, hosco y alcohólico, viste como un mendigo, duerme a menudo en la calle y provoca todo tipo de destrozos cuando emplea contra el crimen su fuerza titánica, su vuelo supersónico y su resistencia a las balas. Un encuentro fortuito con un publicista parece providencial. Pero las cosas no serán fáciles para ambos.
Ni el guión ni la puesta en escena aportan grandes novedades al género, e incluso se arriesgan mucho al evitar un antagonista potente. De todas formas, dosifican con agilidad la comedia, el drama y el espectáculo, éste resuelto con unos impresionantes efectos visuales. Y, sobre todo, permiten el lucimiento de Will Smith, que está como pez en el agua en la piel de Hancock, un personaje al que cuesta cumplir su misión en este mundo y que se debate constantemente entre el deseo y el deber. Los demás actores también cumplen sobradamente, de modo que queda una comedia jugosa y entretenida, con algún momento grueso, pero por lo demás apropiada para disfrutar en familia.