Libro a libro, película a película, la saga de Harry Potter va endureciendo el tono de sus historias y de los conflictos dramáticos de sus personajes, que se van acercando a la edad adulta. En la quinta entrega el joven mago regresa a Hogwarts donde sufre la incomprensión de muchos alumnos y profesores, que no se creen el reciente encuentro del chaval con dos dementores, en pleno Londres. Le acosa especialmente Dolores Umbridge, la nueva profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras, nombrada directamente por el ministro de Magia y que prohíbe a los jóvenes estudiantes practicar determinados hechizos defensivos. Ante la amenaza de un ataque inminente de Voldemort, Harry y sus amigos tendrán que prepararse para la batalla.
El inglés David Yates es el cuarto director de la saga HP y el segundo que dirigirá más de una aventura, pues ya está rodando Harry Potter y el misterio del príncipe. Yates ha mantenido una notable dirección de actores y una sólida factura visual, más cerca del estilo realista de las dos últimas entregas, que del tono más infantil de las dos primeras. De hecho, se luce en el arranque costumbrista en Londres -con unas panorámicas muy sugerentes- y mantiene la espectacularidad en las escenas mágicas y de acción. Quizá sólo cabe reprocharle la falta de sorpresas de su trabajo tras la cámara.
Por lo demás, el guión es fluido y jugoso -sobre todo en las escenas con Harry, Hermione y Ron-, sólo flaquea en el romance entre Harry y Cho Chang -tan soso y convencional como en la tercera película y en los libros- y refleja con vigor los nuevos conflictos de los personajes, mucho más dramáticos que en las anteriores entregas, pues afrontan de lleno la responsabilidad personal, el espíritu de equipo y la amenaza de la muerte.
