Angelito es un macarra de barrio que entra en competencia con el Poli, hasta ese momento el jefe de la delincuencia local. Tras unos cuantos atracos, Angelito quiere más y comienza a trabajar para Rogelio, un mafioso que controla buena parte de los negocios turbios madrileños.
La última película de Daniel Calparsoro está muy bien rodada. Da gusto ver la madurez técnica de los realizadores españoles en unos planos maravillosos de Madrid y en las múltiples secuencias de acción. Pero esa recreación visual, que es una de las mayores virtudes de la cinta, se convierte también en su peor defecto. Calparsoro se enamora de su cámara y repite una y otra vez planos y recursos. Lo mismo sucede con la trama, que acaba convertida en una sucesión de golp…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.