Paula tiene nueve años, juega al fútbol en el equipo del barrio, vive con su madre y su nueva pareja y adora a su padre, Luis, un camarero que es el prototipo de buen hombre al que todo le sale mal. Un día, Luis presume delante de sus amigos de conocer a Joaquín, el famoso delantero del Betis, y lo que parecía un sencillo comentario fanfarrón irá convirtiéndose en una mentira de imprevisibles consecuencias.
La segunda película de Ángeles Reiné (después de la olvidable Salir del ropero) es una nueva demostración de la buena salud actual del cine familiar español. Héroes de barrio se suma a otros títulos como las sagas de Santiago Segura (Padre no hay más que uno y A todo tren), El mejor verano de mi vida o Live is life. El esquema es muy similar en casi todas ellas: una aventura sencilla y entendible por un público muy joven –en la reciente película de Santiago Segura era reparar una figura de un Niño Jesús, y aquí, conseguir que un famosos futbolista visite un barrio humilde–, personajes entrañables, un villano torpe y no excesivamente peligroso –que suele ser un familiar o similar, en este caso, la nueva pareja de la madre–, uno o varios mensajes positivos –aquí, el valor de decir la verdad– y un final feliz. Es cierto que, en este esquema, pueden echarse de menos otros valores cinematográficos y criticar el exceso de buenismo e incluso fallos de principiante en algunos giros del guion; pero no hay que perder de vista que son películas escritas para gustar al público. Y, de momento, la taquilla les da la razón.
Además de que, en este caso, no es un detalle menor contar con el oficio de Antonio Dechent, la correcta caracterización de Antonio Pagudo y la chispa y desparpajo de Luna Fulgencio. Por cierto, esta joven actriz demuestra que es algo más que una niña graciosa en dos complicadas escenas dramáticas. Si selecciona bien sus papeles, hay mucho futuro. Y, si no, al tiempo.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta
