High School Musical es un fenómeno cultural que surgió, casi por accidente, el 20 de enero de 2006, cuando una comedia musical realizada para la televisión, batió récords de audiencia y generó secuelas y todo tipo de derivados.
Está muy de moda criticar las cosas por lo que no son, en lugar de por lo que son. Por ello esta película ha recibido numerosas críticas por su falta de profundidad, por no ofrecer más que bailes y canciones, por no ser más que una secuela de un producto de televisión, o por explotar un éxito comercial con adolescentes.
Todo eso podría ser cierto, pero no hace justicia a la película. High school musical 3: Fin de curso es, en primer lugar, una comedia musical moderna, muy bien rodada -aplauso para el director de fotografía, el español Daniel Aranyó-, con unos números musicales excelentes y un plantel de jóvenes actores de gran nivel.
Como continuación de las dos películas que Kenny Ortega dirigió para Disney Channel, cabe decir que la factoría Disney ha repetido equipo, y que éste pasa con soltura a la pantalla grande. Ortega vuelve al gran formato, donde empezó su andadura cinematográfica, y está tan cómodo en ella como en la pequeña; además domina el género musical. Cabe recordar que hace muchos años colaboró con Gene Kelly en la coreografía de Xanadú, y que inició su carrera como director de cine con un buen musical llamado Newsies.
La historia, tan esperada, no ofrece nada nuevo, pero da lo que promete, la continuación y el final de las pequeñas aventuras de Troy y Gabriella, de Chad, de Sharpay y Ray, de los Wildcats, ahora con miedo ante lo que les depara el futuro, cuando dejen el instituto y se tengan que separar. El mensaje es optimista y positivo: hay que luchar por lo que uno quiere, hay que seguir la vocación. Convencional, sí; banal, para nada, y la música y el baile fluyen con la misma facilidad que los clásicos de antaño.
Para innumerables fans de Troy y Gabriella es un gran acontecimiento; para todos aquellos capaces de disfrutar, con ingenuidad de un buen musical, también.