Hijos de los hombres

Guion: Alfonso Cuarón, Timothy J. Sexton y David Arata.
Intérpretes:
Clive Owen, Julianne Moore, Michael Caine, Chiwetel Ejiofor, Charlie Hunnam.
109 min.
Jóvenes-adultos.
(VD)

TÍTULO ORIGINAL Children of Men

DIRECCIÓN

GÉNEROS

El director mexicano Alfonso Cuarón aceptó adaptar libremente la novela de P.D. James Hijos de los hombres, atraído por su premisa: un futuro próximo, el año 2027, con una humanidad en peligro de extinción, por la infertilidad de las mujeres.

Con tan atractiva idea, traza una parábola de un porvenir nada halagüeño, que presenta inquietantes similitudes con el panorama actual, de flujos migratorios y cierres de fronteras, manifestaciones de radicales y movimientos antisistema, con la deshumanización del hombre como quid de la cuestión.

El film arranca con un personaje gris y tristón, requerido por su exesposa, activista de uno de esos grupos no gubernamentales que busca, de algún modo, un mundo mejor. A regañadientes se convertirá en escolta de una mujer que, de modo inesperado, ha quedado encinta. Y ese cometido no deseado le devolverá paulatinamente la esperanza perdida.

Justamente puede definirse a Cuarón como contador de cuentos: La princesita, Grandes esperanzas, Harry Potter y el prisionero de Azkaban…. Hasta el sobrevalorado relato iniciático Y tu mamá también encaja en el formato «cuento». Hijos de los hombres es una historia sencilla con telón de fondo apocalíptico, de hombres cansados y sin referencias que les permitan seguir con ilusión el día a día.

Las lágrimas silenciosas al inicio, por la muerte violenta del hombre más joven del planeta, es un perfecto resumen de la situación, de falta de amor y aprecio por la vida. A lo que sigue el vacío vital del protagonista, lacónico y eficaz Clive Owen, y esa mirada nostálgica al mundo hippie del personaje de Michael Caine, cultivador de marihuana que se lamenta por el mundo, aunque poco haga por transformarlo.

Puede tacharse el film en algún momento de reiterativo, por las numerosas escenas de persecución o de caos, pero el poderío visual del director y su operador habitual Emmanuel Lubezki es tal, que la elemental trama se sostiene. Especial atención merecen la escena en que la visión de una criatura conmueve a quienes momentos antes estaban combatiendo, aunque se trate de un sentimiento efímero; o la de la barca en la niebla.

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