No estamos ante un biopic al uso, aunque Terence Davies ofrece sin duda una visión muy completa de la poetisa estadounidense Emily Dickinson (1830-1886). El cineasta británico tiene la virtud de hacer viajar al espectador en el tiempo, nos introduce en una época y contexto sociales, sin manipular con una visión contemporánea y anacrónica. Y, paradoja, encuentra lo que su alma sensible de artista tiene en común con Dickinson: la búsqueda de la belleza en un mundo a veces desagradable, y la rebelión contra las religiones organizadas para optar por una versión personal de la búsqueda de la trascendencia. No por casualidad, Davies al presentar su película, decía ser un excatólico al que Dios había ayudado a llevar a buen término su trabajo. Y l…
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