Jimmy Hoffa (n. 1913) es una de las mayores figuras del sindicalismo norteamericano. Distinguido activista, organizador de huelgas y negociador, llegó a ser presidente de la International Brotherhood of Teamsters, el sindicato de transportistas más importante de los Estados Unidos. Su fuerte personalidad, su lucha por los intereses de los camioneros, sus turbias relaciones con la Mafia y su misteriosa desaparición daban material más que suficiente para realizar una buena película. Su vida ya dio lugar en 1978 a F.I.S.T., interesante film de Norman Jewison que protagonizó Sylvester Stallone. Quince años más tarde, Danny DeVito, con un guión de David Mamet, ha tratado de hacer la película definitiva sobre Hoffa. Pero no le ha salido.
El film tiene una estructura perfectamente válida. Jimmy Hoffa (Jack Nicholson) y su fiel ayudante Bobby Ciaro (Danny DeVito), ya envejecidos, aguardan a alguien en un restaurante de carretera. Durante la larga espera, una serie de flash-backs evocan distintos episodios de la vida del líder sindical, vistos desde la perspectiva de Ciaro. Este personaje, que podía haber servido de contrapunto a la historia, está claramente desaprovechado. No sirve para explicar quién fue Hoffa. Ni siquiera sirve para mostrar una supuesta amistad entrañable. Y éste no es el único defecto de la película. Tiene bastantes más.
¿Quién era Hoffa? ¿Era un defensor sincero de los derechos de los obreros o buscaba su propio interés? ¿Cómo era en su vida privada? Quien sólo disponga de la información proporcionada por el film no puede responder a estas preguntas. No se profundiza en la psicología y las motivaciones del personaje. Hay, sí, hechos externos: organización de huelgas, mítines y arengas, investigaciones judiciales… Esto da lugar a escenas con cierto despliegue de medios, discursos brillantes… Pero son momentos incoherentes unos con otros. Además, la pretenciosa dirección de DeVito tiene otros resultados desastrosos: excesivos fundidos ingeniosos, extrañas posiciones de la cámara, grandes angulares, etc. Recursos cuyo uso no viene casi nunca a cuento, y que sólo logran marear al espectador. También agota el lenguaje grosero del film.
Así, resulta difícil hablar del trabajo de los actores. Jack Nicholson es un gran intérprete, y tiene unos cuantos buenos momentos. Pero, en realidad, no compone un personaje. Destacan en el haber del film el trabajo de maquillaje, que acentúa el parecido de Nicholson con Hoffa, y la resolución del clímax en el restaurante.
José María Aresté