Bass Reeves nació esclavo en Arkansas y tuvo que combatir en el bando confederado, durante la guerra civil americana, hasta que huyó a territorio indio. Después de intentar formar una familia trabajando como granjero, le hicieron ayudante del juez Parker en Mississippi, donde terminó siendo una figura emblemática del Far West. Con estos mimbres, se entiende que esta serie sea la última producción del Sheridanverso, como se empiezan a conocer las producciones de Taylor Sheridan (Yellowstone, 1883 y 1923).
Los referentes de esta producción irían desde El sargento negro (1960), de John Ford, hasta Django desencadenado (2012), de Quentin Tarantino, estando mucho más cerca de la primera que de la segunda. La serie destaca por su factura clásica, tanto por su cuidadas fotografía y puesta en escena, como por el tratamiento de los personajes y sus conflictos. Se busca mostrar el lado humano de Bass, en el que su familia ocupa un lugar clave, y cómo sus deberes profesionales acaban entrando en conflicto con sus propios valores. La religiosidad manifiesta de Reeves supone un contrapunto interesante en sus reflexiones sobre la justicia, divina y humana, y los límites de esta última, especialmente en un contexto de frontera. Justicia y venganza son desde siempre temas muy clásicos en el western, y se agradece la humanidad que ofrece Reeves.
El personaje, encarnado con mucha credibilidad por David Oyelowo (Silo, Mira cómo corren, Selma) experimenta una transformación muy interesante que, aunque quizá no es lo más logrado en el conjunto de la historia, plantea temas de gran hondura. Todo ello, a través de una narrativa ágil, amable –a excepción de algunos episodios de violencia más cruda–, con buenos secundarios y que, a grandes rasgos, supone una vuelta a lo mejor del género. También están muy presentes, como huella de nuestra sensibilidad contemporánea, las cuestiones raciales india y afroamericana, con algunos de sus conflictos más específicos.
Se rumorea que, al estilo de Hombres de Ley: Bass Reeves, la intención del equipo de Sheridan es retratar de nuevo otras grandes biografías de hombres de frontera, como Billy el Niño, Jesse James o Wyat Earp. Desde luego, sería una gran noticia para este rejuvenecido género.