Gianfranco Rosi es un conocido documentalista italiano. Sus dos últimos documentales, Fuego en el mar (Oso de Oro en Berlín) y Notturno, transcurren en Lampedusa y Oriente Medio respectivamente; dos lugares visitados por el Papa Francisco. Esta coincidencia es la razón de que Rosi haya dirigido este documental, que no es sino un recorrido por los más de 50 países que ha visitado el Papa en sus diez años de pontificado.
A primera vista, estamos ante un documental muy sencillo que tiene, eso sí, el valor de la calidad y cantidad de imágenes de archivo cedidas por el Vaticano, unidas a las rodadas por el propio director en alguno de los viajes. Aparentemente, Rosi lo único que hace es mostrar un viaje detrás del otro, dejando algunas intervenciones breves del Papa, pero sin, prácticamente, ninguna edición. Sin embargo, el documental es muy interesante en una segunda lectura, porque, a través de estos viajes del Papa Francisco, se perciben muy claramente los acentos propios de este pontificado. El propio Francisco ha contado más de una vez el consejo que le dio uno de los cardenales nada más resultar elegido Papa: “No te olvides de los pobres”, y en sus diez años de papado, Francisco ha salido al encuentro precisamente de esos pobres: zonas devastadas por la guerra y la pobreza, cárceles atestadas en Latinoamérica, las favelas de Brasil, las aldeas tribales de África.
Y, junto con eso, las periferias. Son sorprendentes, por ser menos conocidas, esas imágenes del papamóvil circulando por calles prácticamente desiertas de países de minorías católicas, donde el Papa Francisco ha ido a hablar de la dignidad de la persona y del amor de Dios… y poco más, porque cuando la gente lucha por la supervivencia, es lo único que necesitan saber, y porque un campo de refugiados no es una facultad de Teología.
También resultan muy elocuentes algunos de los pasajes que subraya Rosi, como el difícil viaje a Chile, donde el Papa protestó contra las acusaciones a un obispo por falta de pruebas, y tuvo después que pedir perdón por sus palabras; o la complicada situación que vivió en Canadá, donde ya Benedicto XVI había pedido perdón por la actuación de algunos católicos en las llamadas escuelas residenciales.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta