Los gemelos Simon y Jeanne quedan estupefactos por las disposiciones testamentarias de su madre Nawal, recién fallecida. Pues revelan la existencia de su padre y un hermano en Oriente Medio, a quienes deberían entregar sendas cartas, para luego leer una tercera destinada a ellos; ello permitiría a la difunta descansar en paz.
Poderosa película del canadiense Denis Villeneuve, que adapta la obra teatral de Wajdi Mouawad. Se revela como elocuente parábola de la terrible espiral de violencia que sacude a Oriente Medio, y que parece no tener fin. Con un guión intrincado pero sólido, con idas y venidas del presente al pasado, habla de las heridas que dejan en el alma los odios y rencores, sólo superables con una combinación de coraje y amor.
Villeneuve, autor del guión, ha sabido insuflar ritmo cinematográfico a las sucesivas revelaciones, donde no falta una galería de horrores producto de los enfrentamientos entre distintas facciones, para las cuales sólo cuenta devolver el golpe sufrido de parte de los otros. Y a la vez vamos conociendo a una serie de personajes bien perfilados: la hija que quiere saber, el hijo que prefiere ignorar, la madre cuyo extraño comportamiento encuentra progresiva explicación, el notario guardián de los secretos… y, por supuesto, los personajes que surgen en la catártica búsqueda.
La trama es cruda, y se pueden cuestionar ciertas casualidades que conducen al impactante final, pero lo cierto es que todo tiene sentido: lo primero, porque el aborrecimiento tiene malos frutos, y lo segundo, por la condición de cuento del film, que ojalá Oriente Medio supiera escuchar.