Reconozco que esta historia nada original de una brutal pandemia tiene su gracia. Los hermanos David y Àlex Pastor, que hasta ahora se habían movido en el terreno del corto, han decidido marchar a Estados Unidos (donde el cine español fantástico se mira con buenos ojos) para “armar” su primer largometraje.
Este “viaje” a la meca del cine se nota para bien y para mal. Para bien en la impecable producción y en el ritmo de la historia, para mal en que Infectados puede recordar a otra decena de títulos.
David y Àlex Pastor construyen su historia a partir de la relación de dos hermanos que, con sus respectivas novias, tratan de huir de la pandemia siguiendo unas rígidas reglas que ellos mismos han creado. Los realizadores aciertan en presentar unos tipos humanos diferentes que, sin embargo, se mueven en unos mismos parámetros culturales: individualismo feroz, búsqueda de la diversión, ligereza y activismo irreflexivo.
El mayor interés de la cinta -que no destaca por su originalidad- es precisamente enfrentar a los cuatro jóvenes a una situación desesperada y comprobar cómo actúan. Que los realizadores catalanes participan de esa misma cultura lo demuestra el que solo hay un pequeño personaje que es excepción a la regla y el discurso de la película es de denuncia pero no aporta soluciones (soluciones que sí plantea por ejemplo Shyamalan en El incidente, una cinta similar en el tema pero a años luz en el dibujo de los personajes).
Los actores son convincentes, hay equilibrio en el tratamiento de la violencia y se agradece que los realizadores den algunos momentos de respiro al espectador, algo que negaron tanto Boyle como Fresnadillo en sus películas sobre zombies –28 días después y 28 semanas después-, dos de los títulos a los que recuerda Infectados.