Bruselas, años sesenta. Alice (Veerle Baetens) y Céline (Anne Coesens) son dos amigas y vecinas que viven con sus familias en casas contiguas. Hacen vida casi común, y los hijos de ambas, Théo y Maxime, son muy amigos. Un día Maxime muere a consecuencia de una imprudencia y su madre, Celine, culpa injustamente a Alice de su muerte. Lo que era una relación de amistad perfecta se va convirtiendo en una mutua sospecha que desembocará en un infierno.
Esta película belga de Olivier Masset-Depasse es un thriller psicológico que prácticamente toca el género de terror. Sabe llevar con buen pulso el suspense, y va dosificando in crescendo el miedo consiguiendo con habilidad que el espectador no sepa a qué atenerse hasta el final. Un final quizá demasiado aparatoso y de dudosa verosimilitud. Se nota la influencia de Hitchcock y del thriller nórdico contemporáneo. Se echa de menos algún punto de fuga que compense algo una propuesta tan asfixiante.