Director y guionista: Werner Herzog. Intérpretes: Tim Roth, Jouko Ahola, Anna Gourari, Jacob Wein, Max Raabe, Udo Kier, Gustav Peter Woehler. 130 min. Jóvenes-adultos.
Después de unos cuantos años de inactividad, el inclasificable cineasta alemán Werner Herzog dirige una singular historia basada en hechos reales. Cuenta unos sucesos acaecidos en Berlín a principios de los años 30. Zishe, un forzudo polaco y judío que trabaja en espectáculos circenses, se convierte en motivo de conflictos abiertos entre los nazis y el colectivo hebreo. Su sencillez de corazón y su nobleza le llevan a profetizar, en lo que él considera un aviso de Dios, la gran desgracia que se avecina para los judíos polacos. Pero nadie le tomará inicialmente en serio.
El campeón de fuerza Jouko Ahola y el actor británico Tim Roth protagonizan esta cinta que hace gala de una esmerada producción. Aunque le sobran 20 minutos y es algo irregular, está bien llevada y resulta interesante. Por un lado plantea toda la mentira que el poder y el miedo generan a su alrededor, y por otro la dificultad de saber prever las consecuencias del presente. Los personajes de Zishe el forzudo y Hanussen el mago representan dos formas de enfrentarse al poder: la clarividencia y el mimetismo. El mimetismo acaba por convertir a uno en aquello que odia, y la clarividencia lleva en sí un peligro mortal.
En la película no hay excesos ni efectismos. Es contenida, elegante y se deja acompañar de una excelente banda sonora clásica en la que no falta Beethoven. Huye del maniqueísmo, mostrando una Alemania compleja, como dejan ver algunos personajes secundarios muy sugerentes, entre ellos el del conde. Quizá el estilo sobrio, y algo frío, del film se resume bien en estas palabras del director: «Es justo intensificar la verdad, pero también es fundamental no apartarse de la historia real».
Juan Orellana