Curtis Hanson despertó interés con La mano que mece la cuna, y desató pasiones con L.A. Confidential. Ahora se queda entre ambos sentimientos con Jóvenes prodigiosos, adaptación de la novela Wonder Boys, de Michael Chabon. Se trata de una acerada crítica a la sociedad norteamericana actual desde una perspectiva tragicómica, similar a las de American Beauty o Magnolia, pero más cercana a la incómoda perplejidad de la primera.
El chispeante guión de Steve Kloves (Los fabulosos Baker Boys), desarrollado con soprendente fluidez, relata las disparatadas peripecias de un desastrado y patético profesor universitario de literatura, infelizmente casado y adicto a la marihuana, que hace siete años publicó una novela de gran éxito. Ahora, su profunda crisis creativa y vital se agrava con todo tipo de infortunios: su amante queda embarazada de él, uno de sus mejores alumnos –un joven sensible y solitario– mata al perro de la amante, su editor –homosexual– le apremia para que acabe una nueva novela, le roban el coche…
El guión, la vistosa puesta en escena y las magníficas interpretaciones –sobre todo las de Michael Douglas y Tobey Maguire– dosifican muy bien las tragedias de los personajes entre los constantes golpes de humor. Sin embargo, su divertida frescura –a ratos lúcida en sus análisis sociales y éticos del desconcierto de tanta gente– se malogra por una visión amoral de la vida, además de expresión muy descarnada. Por eso, aunque las preguntas que se plantean son a menudo interesantes, sus respuestas dejan mucho que desear.