Jacques Tati, uno de los grandes del cine cómico europeo

Monsieur Hulot, el personaje encarnado por el director, guionista y actor Jacques Tati (1907-1982), cumple 50 años. En 1953 se estrenaba Las vacaciones de monsieur Hulot, que sedujo al público con un humor amable, poético, sutil y fuertemente estilizado, pero, a la vez, radicalmente accesible. Reestrenos en cines y ediciones en DVD (*) en distintos países rescatan a uno de los directores más sugestivos del cine cómico europeo.

GÉNEROS

El sello temático del cine de Tati tiene como constantes la reflexión sobre la modernidad tecnológica y las relaciones hombre-máquina, en clave de humor. La cámara serena de Tati registra con pausa y elegancia los precisos gestos y movimientos -pasos de ballet- de unos personajes muy expresivos. Los magníficos decorados, rebosantes de efectos de minimalista comicidad, unas hilarantes mezclas de sonido, muchos ruidos y escasos diálogos, son otras constantes del estilo propio de Tati.

Deportista, showman, cómico

Jacques Tatischeff nació en Pecq, localidad cercana a París, en 1907. Su madre era francesa y su padre tenía origen ruso. Cursó estudios en la Escuela de Artes y Oficios y trabajó durante algún tiempo en la empresa familiar de restauración de obras de arte. Deportista empedernido, primero aficionado y profesional a partir de 1933, fue jugador de rugby en el Racing Club de París. Su carrera artística se inició con improvisados sketches cómicos para entretener a sus colegas. Desde principios de los treinta intervino regularmente en espectáculos de mimo, al tiempo que empezaba a colaborar como actor y guionista en películas de René Clement, Claude Autant-Lara y otros directores.

Al acabar la II Guerra Mundial Tati se dedicó profesionalmente al music hall, lo que le permitió tratar con figuras como la cantante Édith Piaf o la escritora Colette, que dijo de él que lograba «algo que comprende la danza, el deporte, la sátira y los cuadros vivientes». En 1946 dirigió e interpretó un cortometraje, L’École des facteurs, que sería un esbozo de su primer largo, Día de fiesta, rodado dos años después y que le reportó el Premio al Mejor Guión en el Festival de Venecia.

En su siguiente película, Las vacaciones del señor Hulot (1953), nace el personaje-tipo (un hombre amable y modesto, con un punto de extravagancia en andares y modales, con sombrero, pipa, gabardina y calcetines arcoiris) que él mismo interpretaría a lo largo de su breve filmografía. Tati, que tiene 46 años en el bautizo cinematográfico de Hulot, muestra sobrada madurez y experiencia cómicas para escapar de los estrechos márgenes de la parodia y la sátira. El material resultante es cine de mucho peso, con una entidad material y formal capaz de satisfacer al espectador que quiere ir más allá del humor burlesco inmediato y episódico.

Tati, director, en el rodaje de Las vacaciones de monsieur Hulot  
   

Cine de otro planeta

A pesar del éxito de Mi tío (1958), que le supuso el Premio Especial del Jurado en Cannes y el Oscar a la mejor película extranjera, Tati necesitaría nueve años para poder llevar a término una nueva película, Playtime (1967). Rodada en Tativille, un enorme estudio de 15.000 m2, y en formato panorámico (70 mm), Playtime cuenta las peripecias de unas turistas norteamericanas que realizan una gira. Cada día el avión las deposita en una ciudad aparentemente distinta que se parece demasiado a la anterior. La película, de muy compleja y costosa producción, maravilló a François Truffaut, que rendiría homenaje a Tati haciéndole actuar en Besos robados (1968). El líder de la Nouvelle Vague escribe a Tati: «Playtime no se parece a nada visto antes en el cine; no hay ninguna película planificada o montada como ésta. Es una película que viene de otro planeta donde se hace cine de otra forma».

La carrera cinematográfica de Tati se cierra con dos películas menores, Trafic (1971) y Parade (1974), una coproducción cuasi documental con la televisión sueca sobre un circo de variedades. Su obra, dirigida, escrita e interpretada por un artista enormemente reflexivo, incluye siete cortos y seis largometrajes. Veintiséis años (1948-1974) para seis títulos que no dejan de revalorizarse. Tati falleció en París, en 1982, a los 75 años. Su hija Sophie (1946-2001), especialista en montaje, ayudó a su padre en las dos últimas películas y promovió la restauración de buena parte de su obra.

 
Tati (de espaldas), actor, en una escena de
Las vacaciones de monsieur Hulot
 

 

«Mi tío», su mejor película

Hulot, un personaje amable y extravagante, vive en un ático de una laberíntica casa vecinal en un viejo y modesto barrio parisino. De vez en cuando visita a su hermana, casada con un rico fabricante de tubos de plástico. Los Arpel, nuevos ricos, viven en una mansión ultramoderna provista de los últimos avances en electrodomésticos. Gérard, el hijo único de nueve años, adora a este pariente lleno de fantasía con el que puede compartir juegos y travesuras. Sin embargo, monsieur Arpel considera que su cuñado no da buen ejemplo al niño y decide alejarlo de Gérard. Para ello, le consigue un puesto de trabajo en su empresa. Mientras, madame Arpel trama una garden party para que su hermano conozca a una sofisticada vecina soltera. Sin embargo, Hulot, incapaz de desempeñar un trabajo estable y de someterse al rígido protocolo practicado por su amante hermana, siembra el desconcierto en la fábrica y en el sofisticado jardín de los Arpel, presidido por un pez espada recepcionista que regurgita agua de color púrpura.

Con este argumento Tati construye Mon oncle, la película de pegadiza melodía musical que casi todos coinciden en considerar su obra maestra, valorada como mejor película del año por la Asociación de los Críticos Franceses. Se trata de una película en la que cada opción técnica y artística es el fruto de una reflexión teórica.

«Cuando acabé Las vacaciones de monsieur Hulot pensé que había sido una pena no rodarla en color -confesó Tati a la revista Cahiers du Cinéma-. En general, creo que el color no beneficia ni a los efectos dramáticos ni a la interpretación de los actores. Pero en el caso de aquella película sentí no haberlo utilizado, porque las imágenes de vacaciones suelen recordarse en colores. Me ocurre igual con los sueños. Yo, por lo menos, sueño en blanco y negro, pero las imágenes que pensaba para Mi tío las veía de antemano en color (…).

«Después pensé que en la nueva película eran los actores los que debían moverse, no la cámara. Con frecuencia se me reprocha que no use las ventajas de la técnica. Y sé muy bien lo que es un travelling, o poner la cámara sobre una grúa y hacer que suba cinco o seis metros. Todo eso resulta muy fácil. Y no digo que no sea útil, e incluso imprescindible en determinadas películas. Pero la historia que cuento en Mi tío es muy diferente. Es una historia que transcurre en dos escenarios y quería ver cómo se movían en ellos los personajes. Creo que, por encima de todo, he contado una historia en imágenes. De hecho, recorté unos primeros diálogos que me parecía que estorbaban a las imágenes, que impedían que se vieran bien. La acción de Mi tío se cuenta mejor con la imagen, el sonido y la música. Prácticamente, es una película muda, y con muy pocos movimientos de cámara, que he intentado que pasasen desapercibidos».

Hulot, director de orquesta

Tati probó mucho antes de lanzarse al largometraje. Fue un acérrimo defensor del cortometraje y luchó con pasión por rescatar su pase en las salas. Cuando llega al largo, está muy maduro, sabe muy bien lo que quiere. «Quiero que el gag posea la máxima autenticidad». Y para ello conjuga orden y desorden, quintaesencia las aportaciones del mejor burlesco norteamericano, potencia la previsibilidad de algunas situaciones, renuncia al irracionalismo para enganchar a todo tipo de público con secuencias de un humor que va subiendo por las rodillas del espectador hasta zarandearle por completo.

Junto al humor, hay un tempo que permite la reflexión, una mirada poética sobre la condición humana. Vienen a la memoria situaciones inolvidablemente divertidas como el servicio tenístico letal de Hulot en Les vacances o los emboscados que silban para provocar testarazos de los viandantes con una farola en Mon oncle. Pero quizás dejan igual o mayor huella momentos de una ternura infinita como el diálogo manual entre Hulot y su pequeño sobrino, que prepara la reconciliación entre el niño y su padre. En el cine no se veía algo igual desde aquel plano memorable y terrible de Ladrón de bicicletas (el padre zarandeado y humillado por la multitud siente la manecita de su hijo que acude en su auxilio).

El apartado arquitectónico del humor de Tati merece mención especial y es una constante en sus películas, siempre meticulosas en la concepción de los espacios, los decorados y el atrezzo (hay un muy interesante artículo del arquitecto y escritor cinematográfico canario Jorge Gorostiza al respecto, «La Arquitectura según Tati: Naturaleza contra Artificio», publicado en 1992 por la revista Nosferatu, y disponible en el website de la revista Arch’it.

La fe de Tati en el cine cómico

Las declaraciones del director francés al periodista e investigador español José María Caparrós, que le entrevistó en 1971, revelan la confianza de un cómico, artista y artesano, en la nobleza de un arte que se ríe del mundo con talante poético, el mismo que algunos despreciaron como nostálgico, reaccionario y sospechosamente feliz. «Creo sinceramente que el cine cómico no está pasado de moda. Si fuera así yo no trabajaría en él. El público todavía tiene capacidad de reír y quiere hacerlo. Por tanto, si el mundo mecanizado no nos devora la hilaridad, tales películas seguirán produciéndose. Pienso que la nueva evolución del cine cómico será el realismo: el camino hacia la verdad. Realismo-verdad que casi nunca he encontrado en el cine cómico de antaño. Yo quiero crear -aunque trabaje en solitario- una escuela, con base en la interrogación que planteo, la reflexión que provoco y la decisión que hago tomar al espectador, haciéndole ver las dos caras de la vida: la triste y la risueña; ambas paradójicamente realistas».

«Por eso -sigue diciendo Tati- doy más importancia a la imagen-sonido que a los diálogos, casi inexistentes en mis películas. Esta escuela viene a ser continuadora del music hall, del burlesco americano, de la comedia de Capra… y de ese genial Keaton redescubierto por los estudiantes. Pero yo soy un cómico que estoy más cerca de la realidad y me sirvo del sonido para centrar la atención en los efectos visuales y apoyar la construcción de la imagen; me sirvo de la mímica y de los gestos para reemplazar los diálogos y aumentar el valor de la pura imagen fílmica».


Filmografía

  • Jour de fête (1948)
  • Les vacances de monsieur Hulot (1953)
  • Mon oncle (1958)
  • Playtime (1967)
  • Trafic (1971)
  • Parade (1974)

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(*) DeAPlaneta estrenará el próximo 4 de julio en cines de Madrid y Barcelona Mon Oncle y Les vacances de monsieur Hulot. En el mes de septiembre se pondrá a la venta en DVD una colección dedicada a Tati, que incluirá cuatro largos (los dos citados, más Jour de Fête y Playtime) y varios cortometrajes inéditos.

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