Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 88/14
“Película de Ken Loach” a menudo es sinónimo de “película ya vista”. Y es que la fidelidad de Loach a sus principios durante toda su dilatada carrera es antológica; principios ideológicos, pero también estéticos. Algo que se puede interpretar como una virtud ejemplar o como un inmovilismo impermeable a la realidad. Lo mismo se aplica a Paul Laverty, el guionista de esta y de tantas otras películas de Loach.
Sin embargo, hay que señalar, para ser rigurosos, que algunos títulos de Loach se han salido un poco del trillado camino de la denuncia militante y han recalado en historias más intimistas, más humanas; eso sí: siempre fieles a la preferencia de Loach por los más desfavo…
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