Este año, el actor Denzel Washington se ha llevado el Oscar por la mediocre Training Day. Sin embargo, quizá su mejor trabajo de la temporada lo ha llevado a cabo en John Q, la última película dirigida por Nick Cassavetes, que ya mostró buenas maneras en su anteriores obras: Volver a vivir y Atrapada entre dos hombres.
El guión se enmarca en el subgénero dramático de denuncia social. Describe las desventuras de John Q, un obrero metalúrgico negro, casado con la dependienta de un restaurante y padre de un encantador hijo de ocho años. Durante un partido de béisbol, el chaval se desmaya, y le diagnostican en el hospital una grave deficiencia cardiaca, sin más cura posible que un transplante de corazón. Pero resulta que la empresa de John Q le ha cambiado unilateralmente su seguro médico, de modo que éste se niega a cubrir tan cara operación. Desesperado, John Q toma una decisión drástica: entra armado en las urgencias del hospital, secuestra a todos los que se encuentran dentro, y amenaza con matarlos si no se pone a su hijo en la lista de espera para un trasplante de corazón. Su caso se convierte en un acontecimiento mediático nacional.
En varias ocasiones, la película roza peligrosamente el artificioso tono melodramático de los telefilms de concienzación social. Sin embargo, la vibrante puesta en escena de Cassavetes y, sobre todo, las convincentes interpretaciones del reparto elevan notablemente el nivel de la película. De modo que ésta acaba convirtiéndose en una interesante denuncia de la inhumana insolidaridad del capitalismo radical, la telebasura sensacionalista y otras lindezas de la cara no tan oculta del sueño americano.
Jerónimo José Martín