Director y guionista: Quentin Tarantino. Intérpretes: Uma Thurman, Lucy Liu, Daryl Hannah, Julie Dreyfus, Yuki Kazamatsuri. 111 min. Adultos.
A principios de los 90, dos películas, Reservoir Dogs y Pulp Fiction, auparon a la fama a Quentin Tarantino. Ahora, cumplidos los 40 años, vuelve a estrenar siete después de Jackie Brown, su última película. Kill Bill es la primera entrega de una película de artes marciales, ya rodada en su integridad. A caballo entre Estados Unidos y Japón, Kill Bill (Vol. 1) cuenta la historia de un ajuste de cuentas entre mafiosos a la singular manera -fragmentaria, original y extravagante- ya experimentada en los dos títulos antes citados.
Una ensangrentada y guerrera Uma Thurman (qué buena actriz, la pongan donde la pongan) hará frente a todo el que se le cruce por delante, empuñando una katana con la que hará correr -durante casi dos horas- un río de sangre perteneciente a los que la torturaron y humillaron brutalmente el día de su boda. Malos malísimos, degeneración y bajos fondos, violencia paródica, tarados autómatas despiadados vuelven a ser los ingredientes de una película extraordinariamente bien rodada, con secuencias muy brillantes -también una íntegramente de anime- y un tono general enloquecido y underground, con música a todo volumen para que la adrenalina no descanse un minuto. La brutalidad de algunos diálogos y situaciones, los surtidores de sangre y el humor negro («podéis marcharos -dice la protagonista a sus oponentes derrotados y malheridos- pero dejad vuestros miembros porque me pertenecen»[plano picado que muestra una pista de baile llena de pies y manos cercenados]) hacen de Kill Bill una especie de western oriental de diseño, con insistentes homenajes a Sergio Leone, Sam Peckinpah, Akira Kurosawa, Zhang Yimou y los grandes del cine negro norteamericano.
Tarantino tiene muy poco que contar y es una lástima, porque no le falta talento y su estilo visual es vigoroso e imaginativo. Los actores de Kill Bill se toman muy en serio una historieta con una fascinación por la violencia que no deja de ser insana, por mucho que se quieran buscar pedantes argumentos estéticos para canonizarla. Esta vez, el gusto de Tarantino por la literatura pulp ha dañado mucho a su fiction.Alberto Fijo