Dos jóvenes enfermos terminales se proponen vivir intensamente (alocadamente) sus últimos días y realizar su más anhelado deseo, saltándose todas las normas legales y morales.
Con buen vigor formal y técnico, pretende ser una comedia de risa, con violencia cómica, situaciones disparatadas, y a veces lo consigue. Resulta, sin embargo, muy irregular; en parte porque el guión no es original; en parte porque, sin más, no tienen mucha gracia los diálogos; en parte porque cae en ocasiones en la vulgar grosería, o sugerida o verbal.
Uno de los jóvenes consigue su sueño antes de morir: acostarse con dos mujeres a la vez, situación que la cámara elude. El otro desea ver el mar. Lo singular de la película es que, a pesar de lo dicho, consigue elevar estas secuencias a un nivel emotivo y dramático. De modo que el mar se convierte en imagen poética del anhelo de trascendencia, como indica el título, que lo es a su vez de la canción, constante leit motiv, junto a muchas otras, y clímax de la melodramática escena final.
Pedro Antonio Urbina