Director: P.J. Hogan. Intérpretes: Toni Collette, Bill Hunter, Rachel Griffiths.
Muriel es una joven obsesionada con la idea de casarse. Así, cuando deje a su familia para vivir en Sydney, irá de tienda en tienda probándose todos los vestidos de novia.
El matrimonio P.J. Hogan (director) y Jocelyn Moorhouse (productora) presenta una comedia cuya soltura narrativa, animada por las canciones de Abba, podía suponer una bocanada de aire fresco en un género tan difícil. Pero el hecho es que más bien trae consigo un aroma algo pestilente por el irónico enfoque de los temas que aborda.
A lo largo del film desfila una numerosa galería de personajes marcados por la mediocridad. Reírse de tales personajes, quizá con una pretensión crítica pero en cualquier caso poco eficaz, parece el propósito de la película. A tal efecto se han fabricado unas cuantas situaciones groseras, algunas con un enfoque descaradamente erótico; y se da una visión bastante negativa de las relaciones familiares y de amistad, ambas presididas por el disimulo y la mentira. Resulta difícil reír a gusto en esta comedia, donde muchos de los gags están concebidos sobre situaciones objetivamente patéticas. Ni siquiera el inesperado giro dramático final parece afectar demasiado a los personajes. Realmente, lo único interesante que Muriel llega a hacer en la vida es cuidar de una amiga enferma. Dice Hogan que su protagonista «consigue pequeñas cosas en la vida». Muy pequeñas, en verdad, añadiría yo.
José María Aresté