Roberto es un publicista casado y con dos hijos, y el creativo que inventó el lema “La chispa de la vida” para Coca-Cola. Pero está en sin empleo, y a pesar de su valía nadie se fija en él. Tiene la esperanza de que su antiguo jefe lo acoja, pero nada. Desesperado, se cuela en el Teatro Romano de Cartagena donde antaño estuvo el hotel de su viaje de novios. Terminará accidentado en una situación en que su vida pende de un hilo.
Álex de la Iglesia parece haberse inspirado en dos fuentes muy reconocibles: El gran carnaval, estupenda película de Billy Wilder, y la aventura real de los mineros chilenos de 2010, seguida por personas de todo el planeta, y citada en el film. La actual situación de crisis económica, más el fichaje de un cómico con la gracia de José Mota y una actriz glamurosa como la mexicana Salma Hayek, son otros sabrosos ingredientes para una película que prometía más de lo que da. Da la sensación de haber tenido un rodaje apresurado, con medios escasos, aunque el cineasta se esfuerza en sacar partido a los escenarios de las torres de Madrid y el Teatro Romano.
Es cierto que el punto de partida de esta tragicomedia tiene gancho, aunque no sea original. Y que la crítica a la deshumanización de la empresa y los medios de comunicación es acertada y necesaria en los tiempos que corren. Pero resulta obligado señalar que la narración es algo tosca, todo es muy obvio y repetitivo.