A sus 75 años, el actor y director Robert Redford afronta un relato ambicioso. Más allá del momento específico del asesinato de Abraham Lincoln en abril de 1865, parece querer revisar la tendencia norteamericana a suspender el habeas corpus cada vez que ocurre alguna desgracia. Además de la inseguridad jurídica que supone, esto plantea el sempiterno problema de quién vigila al gobierno, cuando el gobierno se empeña en ver conspiradores por todos sitios y decide saltarse las leyes para preservar la justicia. Es un modo de proceder que practicó el mismo Lincoln.
La película está bien hecha pero, la verdad, Redford se muestra premioso y disperso, como ya le ocurrió en Leones por corderos, una mala película con momentos excelentes. Los actores …
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